Durante la audiencia general el papa Francisco abordó el tema de la migración, calificando el rechazo a los migrantes como un “pecado grave” y criticando las políticas de militarización de fronteras y leyes restrictivas. El pontífice destacó que las actuales rutas migratorias son mortales para muchas personas, señalando que el Mediterráneo se ha convertido en un “cementerio” donde muchas vidas podrían haberse salvado.
Francisco también mencionó que algunos desiertos se han transformado en cementerios de migrantes, condenando el abandono de personas en situaciones críticas. En su reflexión, recordó la impactante imagen de Fati y su hija Marie, quienes fallecieron en el desierto de Túnez, destacando la necesidad de una respuesta humana y solidaria a la crisis migratoria.
El papa hizo un llamado a ampliar las rutas de acceso seguras y legales para los migrantes, especialmente aquellos que huyen de la guerra, la violencia y la persecución. Subrayó la importancia de una gobernanza global basada en la justicia y la solidaridad, y la lucha contra el tráfico de seres humanos.
Además, Francisco elogió a quienes, como las ONG de rescate en el Mediterráneo, trabajan incansablemente para salvar vidas, y pidió a los fieles que se unan en oración por los migrantes, para que los mares y desiertos dejen de ser cementerios y se conviertan en espacios de libertad y fraternidad.